El edificio que nos ocupa, tiene la firma de Fernando Olabarría Delclaux y es del año 1985.
La principal función urbanística que se pretendía requerir al mismo fue la de abordar el remate del volumen en el que se encuadraba.
Al observar y analizar la propuesta espacial salta a la vista la necesidad de completar una zona urbanística singular en relación con el espacio urbano significativa, al menos, hasta un cierto punto.
Destaca el cuerpo central de mayor altura y que adquiere una efectiva presencia representativa del conjunto. Su materialización en plaqueta de ladrillo marrón y una destacada imagen de cristal en el cuerpo central refuerza el valor del volumen en la lectura de todo el conjunto.
La disposición de las diferentes zonas de la edificación en planta y de acuerdo con la organización de las estancias vivideras, se hace muy evidente.
La obra de Fernando Olabarría emerge, pues, en este caso y en este espacio del Ensanche, rematando las zonas generadas por el entorno del Palacio Ibaigane y las demás fincas cercanas que se levantaron en su día.
Este conjunto arquitectónico constituye, indudablemente, una referencia de cómo se generó o fue abordada la realización espacial de la zona y guarda, junto con el valor de los diferentes lenguajes utilizados en los distintos casos, el testimonio singular de esta obra de los años ochenta que se manifiesta con todo su valor artístico y constructivo en su momento actual.